Marta Colvin: Un museo que dialoga y se despliega

Alison Silva Silva

Encargada de Educación y Mediación Museo Marta Colvin

Este 2025 lo comenzamos caminando, o mejor dicho, moviéndonos con fuerza hacia nuevas formas de habitar el museo. Uno de los hitos más significativos fue llevar la obra de Marta Colvin fuera de nuestras salas, pues participamos en la exposición del Centro Cultural El Tranque, gracias a la invitación de la Corporación Lo Barnechea. Trasladar a Marta por Chile no fue solo un gesto logístico; fue confirmar que su obra no pertenece a un único lugar, sino que es capaz de dialogar con distintos territorios, tiempos y sensibilidades.

De manera paralela, abrimos nuestras salas a tres exposiciones temporales, que conversaron con su legado desde la escultura contemporánea. Este ciclo, que vinculó materialidad y espiritualidad, nos permitió mirar a Marta desde preguntas nuevas y reafirmar que su obra no sólo debe resguardarse, sino activarse, tensionarse y dialogar con otras voces y lenguajes creativos.

También ha sido un año de encuentro y colaboración. Participamos en el Día de los Patrimonios con actividades para niñeces, adolescencias y personas adultas; en la Noche de los Museos junto a talentosas diseñadoras locales; en la red de Museos y en diversas mesas de trabajo con instituciones culturales de la región de Ñuble. Ese trabajo de telaraña fue fundamental para algo que hoy celebramos con emoción: ver al Museo Marta Colvin comenzar a ser nombrado y reconocido a nivel nacional.

Sin duda, uno de los acontecimientos más trascendentes del 2025 fue la declaratoria de la Casa May-Colvin y el Parque de las Esculturas como Monumento Histórico Nacional. Este hito nos invita a celebrar y a reflexionar críticamente: ¿Cómo resguardamos este patrimonio sin inmovilizarlo? ¿Cómo evitamos que el reconocimiento institucional congele lo que, en esencia, siempre fue espacio vivo, creativo y experimental? Estos desafíos refuerzan nuestro compromiso de mantener el legado de Marta como un territorio en movimiento, abierto a nuevas lecturas y comunidades.

Otro pilar de este año fue la consolidación del área de Educación y Mediación. Nos propusimos iniciar nuestro año cero: escuchar antes que programar, vincularnos antes que convocar, construir confianzas antes que públicos. Hoy podemos decir, con orgullo, que ese camino floreció: trabajamos de manera sostenida con más de cincuenta establecimientos educacionales de la región, desarrollando mediaciones críticas y sensibles que alcanzaron a más de mil ochocientos estudiantes. Lo más valioso no son las cifras, sino los vínculos. Son procesos que no terminan en la visita, sino que continúan en el tiempo, en nuevas conversaciones, en retornos al museo y -sobre todo- en creaciones que vuelven a nosotros convertidas en obras inspiradas en Marta, hechas por las y los propios estudiantes. Mediaciones que se transforman en colaboración, intercambio y memoria compartida.

Este año aprendimos que un museo no es un lugar donde las cosas están, sino donde las cosas suceden. Donde el arte abre preguntas, la mediación construye puentes, y el legado se mantiene vivo porque se comparte, se tensiona, se reinterpreta y se transforma colectivamente.

Aunque aún nos queda 2025, estamos cerrando con profunda gratitud y con la convicción de que el mejor homenaje a Marta Colvin no es sólo hablar de su obra, sino permitir que nos siga moviendo, desafiando e inspirando.